Otra de las importantes poblaciones de la Costa Brava. Es, además, punto de partida hacia espléndidos parajes. Desde Santa Cristina, para alcanzar Lloret, hay que regresar a la carretera principal por un ramal que transcurre entre un paisaje de configuración suave, poéticamente encantador.
Si lo hiciéramos navegando por el mar, encontraríamos la cala La Boadella y su Illa dels Bots, y la Punta del Canó, en las que, a sus excepcionales bellezas naturales, debe sumarse la presencia sobre el acantilado de la mansión de Santa Clotilde, propiedad del doctor Raúl Roviralta.
De estilo catalán italianizado, intervino en su construcción y decoración el pintor Domènec Carles. En su interior se guardan completas y valiosísimas colecciones de tapices, pinturas, miniaturas navales y cerámica catalana relacionada con cosas de mar. Sus jardines, con descensos al mar, son ya de por sí una maravilla.
Por levante, Santa Clotilde se asoma sobre la Playa de Fanals, que es una amplia ensenada confortable para bañarse y de una luminosidad inefable. Al extremo norte de esta playa, están las puntas acantiladas de Pals y de Banys, seguidas a nivel del mar por la aguda roca de La Caravera, corrupción de La Carabella, y punt de gara de la célebre, por tantos motivos, Playa de Lloret.
Al igual de lo que podría contarse de Blanes, poblado ibérico, factoría griega, reducto romano, etc., puede decirse de Lloret a través de su remota antigüedad, que se remonta a los tiempos prehistóricos. Hoy es un destacado centro turistico, con sus muchos hoteles, a pesar de ser su población sólo algo superior a los 3.000 habitantes.
Por otra parte, blanca, limpia, bien urbanizada, la población mantiene su perenne aire de pequeña ciudad de tradición marinera. A partir de Lloret, la costa gana en bravura, los caminos fáciles escasean y la carretera de enlace con Tossa se ve obligada a correr alejada del mar y por lo alto de las peñas.
Por el litoral, a continuación de la playa de Lloret, está La Caleta, desde donde, por el sendero «dels Frares», se llega a la Cala de En Trons. Si se quiere seguir por tierra, se hace por un simple atajo que serpentea entre pinares y cultivos. Así podemos llegar a la Cala Simó y, superando un altozano, a la Cala Gran. Más adelante, la Punta de la Guaita precede a la graciosa Playa de Canyelles y a las no menos espléndidas y acogedoras Cala Morisca, Playa de Santa María de Llorell, Punta Boquera y el Llevador.